Compra acciones de tu vida

15 dic 2012 0 comentarios


Cuando pensamos en inversiones nos centramos en la imagen de Wall Street con sus brookers trajeados y maletines de piel. Pero, para ganar no hace falta invertir en bolsa, el secreto es mucho más sencillo: Sólo hay que hacerlo en uno mismo. Cuando me refiero a comprar acciones de tu vida, no quiero decir que tengas que venderte como un producto ¿o sí?
Si tienes algo que aportar (que seguro lo tienes) y quieres dedicarte a ello, ¿qué mejor que comenzar aportándote valor?

  1. Invierte, no gastes: Como nos han repetido mil veces, a la hora de utilizar nuestros recursos es importante valorar opciones, qué es mejor y qué nos va a reportar más beneficio. Sin embargo, los gastos no tienen porque ser derroches si tienen una buena razón detrás. Si hay algo que quieres conseguir o hacer y requiere una inversión, valora si te compensa pero sobretodo no escatimes en algo que es importante para ti. A veces, olvidamos que todas las decisiones no tienen porque ser racionales al 100%. Permitirte algo que no sea totalmente imprescindible puede ser un empuje para tu motivación. Y no sólo en asuntos económicos, permitirte un tiempo para dedicarlo a aquello que te gusta es una de las mejores inversiones que puedes hacer en ti.

  2. Prioriza: Cuando queremos llevar a cabo múltiples proyectos a la vez, nos encontramos con la problemática de qué hacer primero. Un sistema que puede ayudarte a decidir es dividir las tareas según su importancia y su urgencia. Es necesario destacar que importante no es equivalente a urgente, no todo aquello que es imprescindible llevar a cabo debe hacerse ahora. Por eso, una división de las tareas que requieren atención inmediata, así como aquellas que no deben dejarse de lado (al menos, eternamente) es una de las claves para aumentar nuestra productividad.
    Además, es obvio que hay tareas que preferimos hacer frente a otras, así que esto también debería formar parte de la ecuación. Si únicamente nos dedicamos a aquello que es urgente aunque no sea una tarea agradable (por ejemplo, pagar facturas), el trabajo puede convertirse en un auténtico suplicio. Es importante solucionar todo este tipo de obligaciones pero también lo es establecer ese margen de tiempo (y cuánto más amplio pueda ser, mejor) a todas aquellas cosas que realmente nos motivan, porque en el fondo son aquellas en las que conseguiremos mejores resultados.

  3. Tú eres lo que queda: Hay que reconocer que valorarse a uno mismo no está bien visto. Socialmente se espera de nosotros esa falsa modestia, la necesidad de esperar el reconocimiento externo que dé crédito a nuestro trabajo. Pero, valorarse a un mismo no implica tener preparado un discurso más centrado en la charlatanería que en los hechos. Aportar valor implica dar a conocer los verdaderos resultados y el potencial real de lo que ofrecemos.
    Arriesgar es la clave. Como en la bolsa, el valor de nuestras acciones sube y baja según lo que hagamos y nuestro contexto, pero si no ponemos nuestras cartas en juego difícilmente conseguiremos resultados.
Invertir es creer en el potencial, en las ganancias que se van a obtener y si no estás dispuesto a comprar acciones de tu vida, ¿quién va a creer en lo que ofreces?

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