La procrastinación académica o cómo dejar para mañana lo que puedes hacer hoy

30 abr 2012 1 comentarios



Procrastinar o postergar es una de las actividades más habituales en la vida académica, y no, no cuenta para nota. Cuando tratamos de emprender una tarea, algo así como una fuerza irrefrenable nos insta a alejarnos de aquello que debemos hacer. Nos levantamos de la mesa, limpiamos la habitación, fregamos los platos e incluso nos adentramos en el maravilloso mundo de la repostería. Y todo, para dedicarnos a cualquier otra cosa que nos separe del irremediable comienzo.
Adicionalmente, los beneficios que tanto alabamos de la era Internet: Tener acceso a contenidos heterogéneos prácticamente ilimitados y de forma inmediata, no ayuda a la hora de concentrarnos.
Cada día más y más jóvenes (y no tan jóvenes) se ven aquejados por este mal moderno y su solución a priori nada sencilla no es imposible. Cuando llega la época de exámenes, trabajos, exposiciones o lo que fuere, cualquier excusa es buena para dejarlo para más tarde, incluso cosas que reconoceríamos abiertamente que no nos gusta hacer.

Se ha escrito mucho sobre cómo mejorar la productividad, desde técnicas básicas como la técnica Pomodoro (o aquellas que ayudan a descomponer en pequeñas tareas), hasta sistemas totalmente articulados como Get Things Done de David Allen.
Para evitar la desesperación inmediata, pueden aplicarse algunos sencillos trucos para mejorar la organización: Priorizar aquellas tareas más importantes y urgentes, aplicar pequeños refuerzos a premios por la consecución de objetivos o intercalar tareas que requieran diferentes niveles de concentración, pueden ser claves que te ayuden a ponerte a la faena y no dejarlo para mañana.

Sin embargo, la mejor forma de atajar el problema es conocer cuáles son los motivos que lo provocan. Es decir, la procrastinación no aparece sin más, existen razones por las cuales no nos enfrentamos a esas tareas. Algunas razones habituales para postergar son:
  • El miedo al fracaso puede bloquearnos ya que acabamos aplazando las actividades que creemos no vamos a hacer correctamente.
  • En relación con la anterior, la presión de unas expectativas demasiado altas (ya sean nuestras o por parte de otros) nos dificultan las tareas por el miedo a no ser cumplidas.
  • Si una tarea no nos interesa o no nos resulta motivante, difícilmente querremos dedicar nuestro tiempo y esfuerzo a ella.

Una vez hemos conseguido determinar la causa es necesario trabajar sobre el origen del problema, sólo así será posible mejorar nuestra productividad y reducir la procrastinación a largo plazo.


Imagen vía: manuel gross

1 comentarios:

  • Juana dijo...

    Estaba alucinada con esta palabreja pues no sabía que existía hasta que en la oficina llegaron los de sistemas a instalarnos un programa para acabar con la procrastinación. Mi cara parecía un poema, también la de mis compañeros… menos mal que no era la única que no había oído hablar de eso!! Yo no sabía que significaba y mucho menos que lo padeciera! Pero ahora se que si y también sé que es un problema que ha pasado a otra dimensión. Os dejo el enlace del software que nos han instalado por si le sirve de ayuda a alguien más. www.workmeter.com. Saludos.

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Vanesa Bravo | ©Copyright 2011 Procrastination Life