Las salidas profesionales de la vida académica

24 abr 2012 0 comentarios



Que el devenir de las cosas forma un camino, es una de las metáforas empleadas de forma más habitual cuando nos queremos referir a nuestra trayectoria vital.
Marcamos un punto de partida desde que nacemos (o incluso antes) y las decisiones que tomemos y que tomen por nosotros ayudan a definir ese camino por el cual vamos transitando.
Con esto, no quiero marcar un punto de partida más cercano a la autoayuda barata que a la reflexión, simplemente constituye un modelo que empleamos para definir muchas más cosas de las que creemos.
La vida académica es una de esas vertientes que están cargadas del simbolismo del camino. Recorremos un largo sendero que comienza en la infancia y se presupone dura toda la vida, y durante ese tiempo tenemos baches, requiebros y encrucijadas.
Hasta aquí resulta todo más o menos comprensible (incluso obvio), de hecho no existen demasiadas diferencias con el modelo que empleamos para simbolizar otras facetas de nuestra vida. Sin embargo, una de las cosas más curiosas en nuestra idea de formación son las famosas salidas profesionales.

¿Qué son las salidas profesionales?
Las salidas profesionales son consideradas como el camino más recto para conseguir dedicarse a una profesión. De hecho, en muchos casos es la única salida y si no lo es, se convierte en ella.
En el momento en que, gracias a esos famosos test vocacionales (tan divertidos) que cumplimentas a lo largo de la infancia, consigues averiguar cuál es “tu vocación” y decides lanzarte a ello, las salidas profesionales son el final de la senda de tu formación. Es como pasar por A para llegar a B.

¿Cómo funcionan realmente?
A pesar de que pueda parecer un modelo que permite tomar una decisión asentada en principios reflexivos, solemos olvidarnos de sus inconvenientes. Cuando alguien nos marca cuáles son las salidas de nuestras carreras, estudios, formación, en realidad nos dicen qué podemos hacer y qué no. Implican más una prohibición que una ventaja. Parece que nos obligan a ir por un camino cerrándonos otras puertas y esta es una de sus problemáticas. Si vemos las cosas desde un solo punto de vista perdemos la perspectiva, cuando sólo pueden dedicar su tiempo y esfuerzo a una determinada tarea aquellos que pasaron por A, perdemos potencial. Nos centramos en calificar las disonancias como intrusismo (aunque ciertamente existen límites) sin valorar los conocimientos que se dispongan de la disciplina o tema, y olvidamos las posibilidades que surgirían a partir de una visión diferente.

La falta de enseñanza real
Ante todo esto, debemos plantearnos si la formación actual permite no sólo conseguir un puesto de trabajo (como se ha presupuesto durante mucho tiempo) sino su potencial real para poder aprender sobre un tema. A día de hoy, muchas clases se han convertido en una simple lectura de presentaciones perdiendo todo el sentido formativo.
Cada vez la formación es más accesible, los conocimientos están al alcance de nuestra mano y salvo en casos concretos (por ejemplo, un estudiante de medicina o derecho), la práctica también. ¿Quieres saber cómo? Puedes comenzar por plantearte alternativas a la formación oficial

El modelo de educación actual está anquilosado y se fundamenta en presupuestos que cada vez tienen menos sentido. La idea de salidas profesionales es una de ellas: La cuestión es preguntarse si para llegar a B es realmente necesario pasar por A.

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

Vanesa Bravo | ©Copyright 2011 Procrastination Life