La crisis de la vocación en los tiempos de la transversalidad

2 ene 2012 0 comentarios

Empezamos el año retomando dudas surgidas con los artículos anteriores. Recientemente, cuando trataba el tema de por qué conocer las razones de tus objetivos y cómo plantear propósitos de año nuevo, me preguntaron acerca de la idea de encontrar una vocación.
Cuando planteamos objetivos, nos basamos en toda una serie de pensamientos, creencias, experiencias que hemos ido acumulando a lo largo del tiempo.
A menudo forman parte de una estructura de pensamiento mayor, pertenecen a un conjunto de pensamientos más arraigados que
tienen que ver con lo que hacemos, cómo nos vemos y qué queremos hacer/ser y dentro de esta estructura podría situarse lo que llamamos vocación.
De algún modo este concepto está vinculado con una elección, un camino o ruta que seguiremos y que nos acercará a logros o metas con las que estemos satisfechos.
Cuando hablamos de vocación, lo relacionamos con decidir aquello que queremos llegar a ser y qué tenemos que hacer para llegar a ello, es decir implica tanto un resultado como un proceso.

A qué nos referimos con vocación

Vocación remite a la idea de seleccionar un área de conocimientos, actividades y procesos en la cual decidimos “movernos” durante nuestra vida y ser expertos o desarrollar una carrera en la misma.
De algún modo, el concepto de vocación abarca ámbitos tan variados como un propósito de vida, áreas de ocupación y empleo, aficiones o lo que podemos denominar “algún día” (actividades o propósitos que nos gustaría llevar a cabo pero que no tienen una fecha determinada).

Para conocer nuestra vocación y desvelar el secreto de esa piedra filosofal que parece tener el secreto de nuestro futuro, se han llevado a cabo múltiples sistemas o herramientas. Aún recuerdo el día en que rellené uno de esos típicos cuestionarios vocacionales en el colegio y me recomendaron qué tipo de estudios y actividades debía llevar a cabo según mis habilidades e intereses.
Podemos poner por escrito nuestras habilidades e intereses y a partir de aquí decidir qué es más adecuado para nosotros.
El método es indiferente, la cuestión es que conocer nuestra vocación, implica conocer cuál es la mejor opción para nosotros.

¿Sigue teniendo sentido el concepto de vocación?

En un momento en que conceptos como intertextualidad, interconexión, transversalidad o multitarea son usados a diario en nuestro entorno, ¿tiene cabida la idea tradicional de vocación?
Es obvio que no sería útil ni productivo vagar por el mundo sin ningún tipo dirección, referencia u objetivos, pero focalizarnos en un único área de conocimientos y actividades (y más si estos límites son permanentes y rígidos) puede llevarnos a una desconexión con la realidad cambiante en la que vivimos actualmente.
En un momento en que cada vez más profesionales (y personas) se decantan por los conocidos programas de “reciclaje” y formación permanente, ¿continúa teniendo sentido la idea de elegir un ámbito en el que desarrollar una carrera (si este concepto tiene sentido también)?

Qué alternativas tenemos

No es una cuestión sólo de concepto. Por cambiar el nombre con el cuál nos refiramos no llegaremos a la solución.
Cada día más personas se encuentran con la necesidad de llevar a cabo un cambio, ya sea voluntariamente o en muchos casos impuesto por las circunstancias, y frecuentemente la vocación surge como un lastre más que una ayuda.
Nos sentimos desubicados y vagando en el limbo de la indecisión porque no somos capaces de encontrar esa vocación que:
 a) Deberíamos haber encontrado y haber desarrollado exitosamente hace tiempo;
 b) Si no lo hemos hecho aún, debemos encontrarla antes de poder continuar porque si no el fracaso está asegurado.
Pero como no llegamos a descubrirlo, nos estancamos en la indecisión, nos sentimos desbordados y no logramos salir de un círculo vicioso de pensamientos negativos que no lleva a ninguna parte.

Una serie de principios para salir del bloqueo

Continuaremos con una serie de artículos sobre cómo dejar atrás el concepto de vocación sin perder de vista nuestros objetivos, pero de momento pueden ser útiles una serie de ideas para frenar la indecisión:

  1. Las preferencias y prioridades cambian con el tiempo
    No es necesario que tengas claro qué quieres hacer durante el resto de tu vida y en cada momento. De hecho, es inútil e innecesario, hoy más que nunca nos damos cuenta de que las situaciones son cambiantes y que la estabilidad es sólo una falacia que nos aporte una falsa seguridad.
  1. Divide y vencerás
    Tampoco es necesario que elijas un único camino. Si es tu decisión, adelante, pero a menudo la multidisciplinariedad es la clave que marca la diferencia

  1. La flexibilidad no es sólo cosa de niños
    Hay que saber adaptarse a los cambios y tener capacidad de reacción frente a las necesidades del entorno es básico. La planificación es útil, pero qué pasa si cambian los condicionantes con lo que partíamos cuando comenzamos.


Quizás ha llegado el momento de desterrar la idea de vocación y comenzar a pensar en una forma más flexible de tomar decisiones que afecten a nuestro futuro personal y profesional.


Imagen: psicoblog

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