Coopetencia: cuando la competencia se pone al servicio de la cooperación.

11 abr 2012 0 comentarios



La idea de la propiedad privada es uno de los principios que más asentados tenemos en nuestra cultura. Queremos salvaguardar aquello que es nuestro y velamos por ello con la mayor cantidad de medidas de seguridad posibles. Tratamos de evitar el robo de aquello a lo que otorgamos cierto valor. Pero, ¿qué ocurre en el caso de nuestras ideas y trabajos?
Somos animales sociales por naturales y es obvio que vivimos en un mundo en el que todos estamos interconectados y nos gusta compartir lo que hacemos (no hay más que ver el éxito de las redes sociales). Sin embargo, ¿por qué nos volvemos tan recelosos de nuestros proyectos?

Cada día es más habitual que nos organicemos en grupos de trabajo. Teóricamente estos espacios se constituyen sobre la base de la colaboración para un fin común. Sin embargo, esta forma de trabajo suele toparse de frente con dos obstáculos: la competencia y el escepticismo.
A la hora de defender nuestro trabajo es fácil ver como nuestro ego fluye y tratamos de conseguir mejores resultados que el que está a nuestro lado.
Queremos ver recompensado nuestro esfuerzo y si es valorado por encima de nuestros “rivales directos” aún mejor.
Esta competencia tiene una doble vertiente: Por un lado consigue que los esfuerzos e inversiones de aquellos que compiten en una misma tarea aumenten por la propia lucha para conseguir esos resultados. Sin embargo, llevada al extremo puede provocar precisamente el efecto contrario, que se alejen de la propia tarea para continuar con la lucha directa.
Por otra parte, somos escépticos a las posibilidades del trabajo conjunto. Acabamos viendo las tareas como un todo que se divide en pequeñas partes que son adjudicadas a cada uno de los componentes del grupo según sus habilidades (si tenemos esa suerte). De este modo, acabamos reduciendo el tan aclamado trabajo en equipo a un simple puzzle de partes inconexas que acaban vendiéndose como una unidad sin que realmente lo sea. Un simple “copy-paste” colectivo de trabajo de colegio.
Entonces, ¿debemos volver al trabajo individual?

Cooperación + Competencia = Coopetencia

Pensar que por el simple hecho de que juntemos a un grupo de personas con una tarea común, la cooperación fluirá per se, es uno de los principales errores que han hecho que el trabajo colaborativo no haya acabado de funcionar como se esperaba.
Uno de los problemas es que hemos olvidado que cada una de las personas tendrá un punto de vista diferente del proyecto. Sin embargo, no debe considerarse este hecho como un condicionante negativo y tratar de amoldar a todos los integrantes bajo una misma identidad, es necesario recompensar esas individualidades según sus intereses.
Aquí es donde juega un papel importante la competencia, pero llevada a un terreno diferente. Al traducir los éxitos del equipo en recompensas diferentes para cada uno de los integrantes de acuerdo a sus intereses propios, estamos impulsando los resultados finales sin provocar una lucha interna.
Seguirá existiendo una competencia pero en este caso será más con uno mismo por conseguir el mayor beneficio posible que con aquel que tenemos al lado.

De este modo, conseguiremos llevar la competencia natural a un terreno productivo y conseguir que los resultados del trabajo en equipo sean mejores. El beneficio no sólo quedará patente en la calidad del proyecto sino también en la recompensa a cada uno de los colaboradores que habrán visto satisfechos sus propios intereses en esta colaboración. 

Así, la coopetencia surge como una alternativa a la competencia pura permitiendo que los resultados óptimos surjan a través de la cooperación. 

Y tú, ¿ya practicas la coopetencia?


Imagen vía: Competentes

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