Por qué cuestionar(se) no está de moda

17 abr 2012 0 comentarios




La libertad de expresión es un derecho cuyas bases surgieron en la Ilustración y del cual deriva la libertad de imprenta (o de prensa).
El derecho a la libertad de expresión quedó contemplado en la Declaración de Derechos Humanos de 1948 y se basa en la libre difusión de ideas.
A pesar de que los límites de este derecho pueden resultar complejos en casos polémicos, ha sido uno de los fundamentos por los cuales tenemos la capacidad de acceso a la información y una de las bases sobre las cuales se ha asentado la expansión de Internet.

Cómo seleccionamos la información

A la hora de acceder a la información existente solemos hacer una selección y en este caso, se basa en criterios que no son arbitrarios.
Nos movemos por el mundo gracias a los esquemas de pensamiento que vamos generando a lo largo de toda nuestra vida. Los esquemas de pensamiento están formados por ideas, pensamientos o sentimientos que nos han influido y han marcado nuestra forma de funcionar y hacer desde los inicios de nuestra vida. La cultura, nuestra educación, las experiencias, el contexto social y todo aquello que nos rodea y tenemos acceso, puede tener repercusión en estos esquemas de pensamiento.



De este modo, cada una de las cosas que decidimos, hacemos o algo que parece tan subjetivo como los gustos y preferencias, tienen su origen en los esquemas de pensamiento.
A la hora de enfrentarnos a la selección de las informaciones que nos llegan (aquellas que captarán nuestra atención), también hacemos uso de estos esquemas.

Por qué cuestionar no está de moda

El ejercicio de cuestionar implica poner en duda aquello que se da por sentado. Un escéptico es aquel que pone en duda aquello que generalmente está aceptado como verdadero. La palabra "escéptico" viene del griego skeptikoi que etimológicamente significa "quien duda e investiga". Sin embargo, los escépticos no tienen muy buena fama.

Los medios de comunicación y en especial los diarios, han ejercido una función social de formadores de opinión. Han sido y son dependientes de sus líneas editoriales y muestran las partes de la realidad que son más importantes para su audiencia, público, lectores, …
De esta forma, los esquemas de pensamiento conforman buena parte de la selección que hacemos de la información.
Sin embargo, no toda la información a la que tenemos acceso ni que seleccionamos sigue esa misma línea editorial y el modo con el cual nos enfrentemos a ella marcará su influencia en nuestros esquemas mentales.

Del refuerzo al cuestionamiento

El 80% de la compra de periódicos se hace por motivos ideológicos. Nos gusta formar nuestra opinión o ver la realidad desde un punto de vista similar al nuestro. Esta forma de conformar las opiniones y pensamientos surge por la posibilidad de reforzar nuestras expectativas. Vemos el mundo de determinada forma y nos gusta que nos den argumentos para verlo de esa manera. Nos hace sentir seguros.
Por otra parte, la posibilidad de ver las cosas desde diferentes puntos de vista al nuestro tiene sus peligros. Puede provocar un cambio.
Cuando tenemos acceso a una información que choca con nuestros esquemas mentales, debemos hacer un proceso de cuestionamiento. Esto implica poner en tela de juicio el mensaje, de forma que el resultado puede ser la confrontación o su aceptación. Es decir, puede provocar un cambio en nuestro esquemas mentales o por el contrario reforzarlos.
Sin embargo, aceptar el cambio como una opción también requiere un proceso de ruptura de esquemas. Vivimos anclados en la idea de seguridad, seguimos patrones continuamente que nos delimitan qué pasará después de una suceso y qué vendrá después de este último.

Poder acceder a informaciones que choquen de frente con nuestros esquemas mentales, no implicará necesariamente un cambio en los mismos pero sí favorecerá su flexibilidad, ya que de antemano deberemos aceptar el cambio como una opción. Poder expresar discrepancias con aquello que no estamos de acuerdo también implica cierto cuestionamiento, lo fundamental en este caso no es que dejemos de pensar tal y como lo hacemos, sino poder valorar opiniones diferentes desde un punto de vista crítico, algo así como estar preparado con los brazos abiertos pero sin el hacha en la mano.


Imagen vía: Esquemas mentales

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