Cómo conseguir tus objetivos a largo plazo (I)

5 oct 2011 0 comentarios

Comenzamos los primeros consejos sobre cómo llevar a cabo nuevos proyectos con algunos aspectos a tener en cuenta antes de iniciar una nueva andadura y marcando un punto de partida.
Si empezaste a pensar en tu proyecto o idea, puede que te encuentres en un punto de indecisión. Es lógico, cuando generas múltiples opciones es complicado decantarse por una o algunas de ellas.
Estas primeras ideas sobre el papel (llámese brainstorming, lluvia de ideas o como se prefiera), pueden parecer caóticas, desordenas o inconexas. De hecho lo son, pero con un poco de ayuda pueden resultar muy útiles para definir nuestros objetivos finales.

El primer paso para forjar un proyecto a largo plazo es definir unos objetivos

NO sirven cosas del tipo, quiero aprobar unas oposiciones, quiero perder peso, quiero conseguir un mejor trabajo (o quiero conseguir dinero sin trabajar), etc. Es necesario definir un resultado final de manera específica y no sólo un resultado final, sino también un proceso.

A modo ilustrativo pongamos un ejemplo:

Carlos acaba de terminar la carrera de Psicología. Después de cinco años de duro trabajo, alguna asignatura atragantada y también algo de diversión (porque no decirlo), se enfrenta a la tarea de moverse en el mundo laboral. Carlos está asustado, se asoma a un precipicio desconocido y lo único que ve al fondo es un gran cartel que pone CRISIS (sí, en letras mayúsculas) y una cola del INEM. Con este panorama aterrador, decide buscar un plan o un proyecto que no le haga ponerse al final de esa cola.

Anteriormente, Carlos comenzó a definir unas opciones sobre el papel (tal y como comentábamos anteriormente) que a simple vista tenían este aspecto:



A partir de aquí, es necesario organizar estas ideas, agruparlas por similitud, dejar de lado aquellas que sean demasiado similares, fusionarlas o eliminar aquellas que menos se adapten a lo que buscamos.



Una vez nuestros pensamientos iniciales empiezan a tomar forma, definiremos de la forma más precisa posible cuál va a ser nuestro proyecto.

Carlos quiere tener su propio gabinete para ayudar a niños con dificultades del aprendizaje.

Cuando tenemos planteado el proyecto básico será útil definir un plan de qué vamos a hacer (recuerda que es una aproximación, deberemos ir reformulándolo según las necesidades). Estos “planes”, son nuestros objetivos específicos y tienen que ser nuestro paso a paso para conseguir el objetivo general. Muchas de esos pensamientos que anotamos inicialmente pueden sernos útiles ahora para marcar qué vamos a hacer.

Carlos decide que para conseguir su meta, los objetivos específicos que se propone son:

  • Va a hacer un máster o ampliar su formación con cursos enfocados a la piscopedagogía o a la ayuda a las dificultades del aprendizaje con niños.
  • Empezará un blog con contenidos que vaya aprendiendo para ponerlos por escrito y organizar sus ideas.
  • Ofrecerá ayuda a padres con hijos con dificultades del aprendizaje o va a buscar prácticas en algún gabinete para adquirir experiencia.
  • Enviará su currículum a escuelas.
  • Va a montar su propio gabinete.
Por qué concretar unos objetivos específicos

Uno de los principales motivos de abandono es la frustración por no conseguir resultados en un corto periodo de tiempo. Si nuestro proyecto conlleva un proceso, es lógico que no consigamos lo que queremos a la primera. Pero, ¿qué pasa si marcamos metas intermedias?
Dividiendo nuestro proyecto en tareas o etapas más cortas y específicas, tendremos una serie de recompensas que mantendrán (o mejorarán) la motivación y reducirán la decepción que nos llevará al abandono.
Busca cuál es el primer paso o la primera tarea que vas a hacer para acercarte a tus objetivos y empieza con ella ya. No lo dejes para luego, no empieces a postergar y gestiona tu tiempo para sacar el máximo rendimiento.

Cuanto antes des el primer paso más cerca estarás de conseguir lo que buscas. Y atento/a porque pronto vendrán los siguientes.

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