Cómo mejorar la productividad en tu día a día

7 oct 2011 0 comentarios

En las tareas diarias, la rutina puede ser la causa de la falta de motivación y una de las razones por las cuales procrastinamos.
Cuando nos enfrentamos a una actividad que no nos atrae demoramos su inicio hasta el momento en que es inevitable (o incluso ni en estos casos) y aumentamos la frustación o el malestar por no estar cumpliendo nuestras obligaciones.
En nuestra batalla contra la procrastinación, o más en concreto contra sus consecuencias negativas, llevar a término estas tareas sin que se conviertan en un castigo para nosotros puede ser de gran ayuda.

Prioriza y vencerás  
Cuando (por fin) decidimos ponernos en marcha es posible que nos encontremos con problemas que nos desmotivan y frenan este arranque inicial: tenemos demasiadas cosas (aburridas) por hacer y no sabemos por donde empezar.
En la rutina diaría siempre hay actividades que son priorizadas por cada uno, principalmente de acuerdo a gustos y preferencias. Nunca supone un problema empezar una actividad agradable y -casualmente- siempre acaban siendo las primeras de la lista en ser completadas. Y, en consecuencia, acumulamos aquellas que nunca tenemos ganas de empezar. Pero, ¿qué pasa si distribuimos de modo diferente nuestras tareas?
No hay un único método para organizarlas, de hecho, es cuestión de encontrar aquella distribución que más se adecúe a cada uno. Pueden intercalarse actividades agradables y menos agradables (aburridas), dejar las tareas que más nos agraden para el final o cualquier otra idea que implique no dejar para el final aquello que más nos cuesta hacer.
Es obvio que conlleva cierto esfuerzo, pero conseguiremos llevar a término estas actividades reduciendo el estrés que pueden llegar a generar.

Por qué no seguir el método Supernanny
Sí, las recompensas – refuerzo positivo o negativo, para parecer más profesionales– y castigos son útiles. Sin embargo, y a pesar de que pueda parecerlo a veces, no somos niños (ni perros) y conseguir motivarnos a base de caramelos y juguetes (o galletitas) no va a funcionar tan fácilmente.
Recordando las razones para dejar de postergar, tener más tiempo libre para dedicar a otras tareas puede ser una de esas recompensas. O visto de otro modo, no tener tiempo libre para dedicar a otras actividades (porque nos pasamos el día demorando el inicio de aquellas que menos nos gustan y lamentando no haberlas hecho antes) es un buen ejemplo de castigo.

Tú decides si quieres estas recompensas o castigos, pero recuerda que para mejorar la productividad (en cualquier ámbito), la organización de tareas y la gestión del tiempo son factores clave.




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