Cuando hablábamos de cómo emprender nuevos proyectos, podría parecer que éstos sólo pueden ser pequeños cambios que afectan a alguna de las parcelas de nuestra vida.
Sin embargo, hay veces que nos enfrentemos a la idea de un cambio radical. Aquello de reinventarse a uno/a mismo/a.
En ciertos momentos, especialmente en tiempos de crisis, solemos replantearnos qué estamos haciendo o cómo, y en numerosas ocasiones no nos gusta el resultado. Es aquí cuando nos decidimos a cambiar y llevar a cabo aquello que siempre hemos querido hacer (o incluso ser).
Cambiar, pero cambiar qué
A pesar de que se diga aquello de “siempre viene bien un cambio”, no es del todo cierto. Para ello hemos de tomar algunas decisiones previas.
Cambiar por cambiar puede llevarnos a acabar peor de lo que comenzamos, por eso debemos de aislar el problema o los aspectos conflictivos que queremos resolver.
Es posible que sea una decisión sencilla, pero también es factible que nos tome más tiempo saber qué vamos a cambiar y cómo, pero debemos de ser conscientes de la decisión que tomamos y comprometernos con ella.
Trazar unos objetivos iniciales de aquello que queremos conseguir va a ser clave para el éxito de nuestros esfuerzos.
No hay que decidirlo todo antes de empezar
La planificación es positiva, pero hay que ser conscientes que no podemos trazar un plan de antemano completamente pormenorizado. Es difícil preveer todas las posibles dificultades que surjan por el camino, por mucho que nos esforcemos en controlarlas.
Plantear una organización y sobretodo, unos objetivos iniciales pueden facilitarnos la tarea, pero a su vez debemos de mantener un cierto margen para la creatividad y la improvisación (improvisación controlada).
Tratar de controlarlo todo desde el principio puede llevarnos a otro importante obstáculo: quedarnos atascados en el proceso de organización y no dar nunca el primer paso. Para evitarlo debemos de encontrar el equilibrio (cada uno tiene el suyo propio) entre la organización y el “caos”.
Otro sistema efectivo es comenzar pensando qué quieres hacer, plantear rápidamente las cuatro o cinco primeras tareas que nos van a acercar a ese objetivo y llevarlas a cabo de inmediato. No deben ser tareas complejas, sólo pequeños pasos que con unos minutos de duración nos ayuden a estar más cerca de ese camino y romper con los temores iniciales que nos frenan cada vez que tomamos la decisión de cambiar.
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